Bogotá. – Al primero de septiembre del 2024 (último dato disponible), la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian) reportó que 1’266.729 contribuyentes estaban habilitados para facturación electrónica.
Por tanto, hay un incremento en la adopción de ese sistema y un campo para el “factoring”, que es asequible tanto para compañías como para personas naturales.
La Asociación Colombiana de Factoring Electrónico (Asoface) dijo al respecto que se han contabilizado alrededor de 1,28 millones de facturas endosadas, lo que representa un monto cercano a $22,8 billones.
Juliana Carmona Giraldo, presidenta de Asoface.
Al tiempo, que para expertos del sector financiero, gracias a la expansión de la facturación electrónica y el “factoring”, se inyectarán a la economía nacional entre el 2024 y el 2029 cerca de $140 billones.
David Nieto Martínez, director del programa de Finanzas de la Universidad El Bosque, afirmó al respecto que el “factoring” electrónico es un mecanismo que sirve para que las empresas puedan anticipar el pago de facturas que se encuentran pendientes por cobrar y que ese adelanto está sujeto a un descuento que se cobra.
Los plazos no superan los 60 días, siendo un mecanismo que se puede utilizar para financiarse.
Entre tanto, Wilson Humberto Ibáñez Espinosa, presidente del Grupo Arquib, afirmó que la creación de plataformas digitales transaccionales que conectan a empresas cedentes con compradores de activos descontables ha dinamizado el mercado y están permitiendo que gente del común vea en la adquisición de activos descontables una forma de invertir recursos para obtener una utilidad en el corto plazo, otorgando liquidez con el fin de que las empresas optimicen los flujos de caja en la operación.
Wilson Humberto Ibáñez Espinosa, presidente del Grupo Arquib.
No obstante, aseveró que la evaluación del riesgo por parte de los adquirientes siempre será determinante para tomar decisiones responsables y asertivas, mitigando riesgos de no pago.
El riesgo no se aleja
Así mismo, Ibáñez alertó sobre diferentes escenarios a los que se pueden ver expuestas las organizaciones en la actualidad y que justamente en el “factoring” tienen una oportunidad de negocio.
El primero de ellos es que un buen número de empresas concentran sus esfuerzos en el “marketing” digital, posicionando la marca, aprovechando canales de venta y abriendo nuevos mercados.
En esa apuesta, realizan altas inversiones en equipos “in house” o incluso tercerizados para buscar los objetivos.
De acuerdo con Ibáñez, los valores económicos de estas acciones los incluyen en las proyecciones de sus estados financieros e identifican beneficios, sí se hace de una manera estratégica.
Sin embargo, agregó el ejecutivo, a veces los balances dejan en un segundo plano los plazos de pago, los ciclos de rotación del dinero en la compañía y, por ende, su flujo de caja y ahí nace un problema, que puede llevar a problemas financieros.
Otra situación que los jugadores de “factoring” afrontan es el pago a crédito, pues las facturas se abonan a 30, 45, 60, 90 e incluso a 120 días o más.
Según Ibáñez, esto puede llevar al proveedor a un saldo en rojo en el flujo de caja durante 30,45, 60 o más días y, si no tiene el músculo financiero o la eficiencia de caja requerida, estará en problemas para pagar a empleados, proveedores y la Dian.
Para evitar que esos momentos críticos, aseveró que el “factoring” se convierte en un mecanismo mediante el cual la empresa puede obtener liquidez inmediata al vender o ceder los derechos económicos de una factura, contrato o cualquier “activo descontable” con contenido crediticio.
Por su parte, Iván Tunjano, profesor del Programa de Finanzas de la Universidad Politécnico Grancolombiano, sostuvo que las necesidades del “factoring” derivan en que las empresas tienen diferentes flujos de caja, los cuales tratan de ajustar contra proveedores.
No obstante, según aclaró, ellos últimos también tienen requerimientos de flujo de caja, lo que genera la oportunidad para inversionistas, quienes colocan la liquidez con el fin de que las compañías la utilicen, por ejemplo, en la adquisición de materias primas, suplir necesidades de flujo de caja, pago de nóminas y en general el capital de trabajo.
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